viernes, 4 de mayo de 2012

Mirada



El mundo ha sido la esperanza de dioses, que forjaron en aquel otoño estelar la humanidad, quizás nuestra existencia se basa en algo simple como cumplir la función de existir, pero que es existir si acaso no es reír, llorar, aprender, amar o reproducirse hasta esperar la inadvertida muerte.
Y el lamento de los hombres es el perfil más nostálgico de la creación, sublime canto de piedad, que se ahoga en el bullicio de la sociedad. El mundo jamás será inerte puesto que todo es un manojo de vida incontrolable, cuando ves por las calles que sobre el suelo del pavimento crece el musgo alimentado por la humedad de la tierra, piensas que la vida surge en cualquier rincón,  haciendo lo posible por manifestarse, en cada instante, pero cuando aparece el tiempo; el amo y señor de lo perenne, es en ese momento cuando la eternidad no cuenta con esta herramienta a la que llamamos reloj, el tiempo no sabe de amor pero si de penurias, gracias a su incontenible soledad, aquella que se esconde bajo las miradas tristes de aquellos y aquellas que no encuentran la verdad.
Los relojeros dijeron que a la existencia le falta una gran tuerca, que mejore el engranaje de este gran movimiento al que llamamos planeta, millones de voces se preguntaron ¿Por qué? Y tan solo unos cuantos descubrieron la respuesta que aguarda en nuestro interior, cuando el horizonte se ha despojado de toda duda el temor ya no será y el discurso del miedo se ahogará en el río, como todo aquel ruido revolucionario que condeno a los ángeles ha una batalla con razón pero sin piedad.  Solo aquellos que anhelaron cambiar el curso de lo que es, serán castigados por su terrible consecuencia. LA EXISTENCIA.


Por: Sergio Zambrano Lancheros